bodas
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AJUSTEN SUS NIVELES SEXUALES.
Por: Pilar Obón
En estos tiempos modernos, todo conspira contra el amor. Tú llegas a casa muerta, y él está más que listo para un round. O viceversa, claro: él llega exhausto y te encuentra en pie de guerra. De madrugada, él lanza una mano exploradora y tú te haces la dormida. Antes se decía que el acto sexual era algo que ocurría cuando la mujer quería y el hombre quería. Ahora hay que agregar: cuando la mujer quiere, el hombre puede, y ambos tienen un momento libre.
¡Qué horror! ¿Dónde quedó todo ese misterio, ese romanticismo, esas horas de seducción y largas sesiones de tórrido romance? Estaremos en la era de la comunicación pero, en la cama (es sólo un aforismo), las cosas están cada vez más calladas.
¿Qué nos queda? Resignarnos, para nada. Seguir así, ni mencionarlo. ¿Entonces? Pues lanzarnos, con nuestro hombre, a la búsqueda de ese elemento mágico y escurridizo que se llama compatibilidad sexual.
Será un poco difícil, pero imposible… ¡qué va!
Todo es cuestión de voluntad, como ocurre con tantas cosas en esta vida. Porque si ambos quieren, ya tienen más de la mitad del camino andado. El resto del camino se recorre con las siguientes estrategias:
- ¡Hablen!
La comunicación es esencial, y que yo sepa, somos la única especie parlante del planeta. Hablar de sexo con tu pareja es tan importante como hablar de dinero, o de lo que ambos esperan de la vida, o de los hijos que quieren tener. Una buena comunicación en el terreno sexual es casi siempre el preámbulo para una sexualidad feliz.
- Ajusten su reloj sexual.
A él se le antoja por las mañanas. A ti, en la tarde. En la noche, a ninguno de los dos, porque tienen el día encima, y lo único que quieren de la cama es usarla para dormir. Bueno, pues encuentren entonces su momento del día. Y también, hay que estar dispuesta a ceder, y lo mismo va para él. Total, si en ese momento no se te antoja hacer el amor, pero él comienza con las caricias que tú dijiste que te gustaban (ya hablaron de eso, ¿recuerdas?), lo más seguro es que acabes participando con todo entusiasmo, y lo mismo le ocurrirá a él. ¿El secreto? Decir: “sí quiero”, y concentrarse en sentir.
- Inventen.
Hace mucho que nos dimos cuenta de que el sexo no tiene por qué limitarse a la recámara, bodas ni tampoco a las horas nocturnas que, como ya vimos, suelen ser las menos indicadas para esos menesteres. Tampoco tiene que ser siempre en la posición del misionero (él arriba, tú abajo), ni seguir la misma rutina. ¡Vamos, usen su imaginación! La cocina puede ser tan buen lugar como cualquier otro, y no hay ley que prohiba hacer el amor a las tres de la madrugada, a las once de la mañana, ni a cualquier otra hora del día. Uno de los peores enemigos de la sexualidad en pareja, generador por excelencia de incompatibilidad sexual, es precisamente la rutina. ¡No la dejen entrar en su vida!
- Hacer el amor es un placer, no una obligación.
Hay mujeres –y hombres—que llegan a la sesión sexual como quien sube a la guillotina o, cuando menos, como quien tiene que realizar un sacrificio. Aunque la ley habla de “débito conyugal” (horrible concepto), la realidad es que el sexo con amor, el sexo compartido, es uno de los mayores placeres del ser humano.
- Prueben “el rápido”.
Sí, de acuerdo estoy en que es maravilloso demorarse horas y horas en un acto sexual, pero hablando en términos prácticos, esto no siempre es posible. Así que si, digamos, ambos coinciden en casa a las dos de la tarde para comer, pueden tomar sus sagrados alimentos en media hora, y dedicar la media hora siguiente a tener un apasionado encuentro que los deje encantados de la vida.
- “Hacer el amor” no es solamente una expresión.
En realidad, es la descripción más acertada y detallada del acto sexual bodas en pareja. Teniendo siempre en cuenta que se aman, lo demás debería ser fácil.
RECUADRO:
Errores sexuales:
- Pensar en el sexo como en un deber (y enojoso, además).
- Pensar en el sexo como en un mecanismo de premio y castigo.
- Dejarlo para después.
- Caer en una rutina que los aburra.
- Dar al acto sexual el último lugar en su lista de prioridades, después de hacer todo lo que tienen que hacer. No tendrán energías para entonces.
- Olvidar que el acto sexual es la máxima expresión de amor y comunicación entre dos personas que son, cada una para la otra, lo más importante en la vida.
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AJUSTEN SUS NIVELES SEXUALES.
Por: Pilar Obón
En estos tiempos modernos, todo conspira contra el amor. Tú llegas a casa muerta, y él está más que listo para un round. O viceversa, claro: él llega exhausto y te encuentra en pie de guerra. De madrugada, él lanza una mano exploradora y tú te haces la dormida. Antes se decía que el acto sexual era algo que ocurría cuando la mujer quería y el hombre quería. Ahora hay que agregar: cuando la mujer quiere, el hombre puede, y ambos tienen un momento libre.
¡Qué horror! ¿Dónde quedó todo ese misterio, ese romanticismo, esas horas de seducción y largas sesiones de tórrido romance? Estaremos en la era de la comunicación pero, en la cama (es sólo un aforismo), las cosas están cada vez más calladas.
¿Qué nos queda? Resignarnos, para nada. Seguir así, ni mencionarlo. ¿Entonces? Pues lanzarnos, con nuestro hombre, a la búsqueda de ese elemento mágico y escurridizo que se llama compatibilidad sexual.
Será un poco difícil, pero imposible… ¡qué va!
Todo es cuestión de voluntad, como ocurre con tantas cosas en esta vida. Porque si ambos quieren, ya tienen más de la mitad del camino andado. El resto del camino se recorre con las siguientes estrategias:
- ¡Hablen!
La comunicación es esencial, y que yo sepa, somos la única especie parlante del planeta. Hablar de sexo con tu pareja es tan importante como hablar de dinero, o de lo que ambos esperan de la vida, o de los hijos que quieren tener. Una buena comunicación en el terreno sexual es casi siempre el preámbulo para una sexualidad feliz.
- Ajusten su reloj sexual.
A él se le antoja por las mañanas. A ti, en la tarde. En la noche, a ninguno de los dos, porque tienen el día encima, y lo único que quieren de la cama es usarla para dormir. Bueno, pues encuentren entonces su momento del día. Y también, hay que estar dispuesta a ceder, y lo mismo va para él. Total, si en ese momento no se te antoja hacer el amor, pero él comienza con las caricias que tú dijiste que te gustaban (ya hablaron de eso, ¿recuerdas?), lo más seguro es que acabes participando con todo entusiasmo, y lo mismo le ocurrirá a él. ¿El secreto? Decir: “sí quiero”, y concentrarse en sentir.
- Inventen.
Hace mucho que nos dimos cuenta de que el sexo no tiene por qué limitarse a la recámara, bodas ni tampoco a las horas nocturnas que, como ya vimos, suelen ser las menos indicadas para esos menesteres. Tampoco tiene que ser siempre en la posición del misionero (él arriba, tú abajo), ni seguir la misma rutina. ¡Vamos, usen su imaginación! La cocina puede ser tan buen lugar como cualquier otro, y no hay ley que prohiba hacer el amor a las tres de la madrugada, a las once de la mañana, ni a cualquier otra hora del día. Uno de los peores enemigos de la sexualidad en pareja, generador por excelencia de incompatibilidad sexual, es precisamente la rutina. ¡No la dejen entrar en su vida!
- Hacer el amor es un placer, no una obligación.
Hay mujeres –y hombres—que llegan a la sesión sexual como quien sube a la guillotina o, cuando menos, como quien tiene que realizar un sacrificio. Aunque la ley habla de “débito conyugal” (horrible concepto), la realidad es que el sexo con amor, el sexo compartido, es uno de los mayores placeres del ser humano.
- Prueben “el rápido”.
Sí, de acuerdo estoy en que es maravilloso demorarse horas y horas en un acto sexual, pero hablando en términos prácticos, esto no siempre es posible. Así que si, digamos, ambos coinciden en casa a las dos de la tarde para comer, pueden tomar sus sagrados alimentos en media hora, y dedicar la media hora siguiente a tener un apasionado encuentro que los deje encantados de la vida.
- “Hacer el amor” no es solamente una expresión.
En realidad, es la descripción más acertada y detallada del acto sexual bodas en pareja. Teniendo siempre en cuenta que se aman, lo demás debería ser fácil.
RECUADRO:
Errores sexuales:
- Pensar en el sexo como en un deber (y enojoso, además).
- Pensar en el sexo como en un mecanismo de premio y castigo.
- Dejarlo para después.
- Caer en una rutina que los aburra.
- Dar al acto sexual el último lugar en su lista de prioridades, después de hacer todo lo que tienen que hacer. No tendrán energías para entonces.
- Olvidar que el acto sexual es la máxima expresión de amor y comunicación entre dos personas que son, cada una para la otra, lo más importante en la vida.