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En las buenas y en las malas…
Por: Pilar Obón
Todas las parejas del mundo parecen entender a la perfección eso de "te amaré en las buenas y en las malas"; al parecer, la frase no encierra ningún profundo concepto filosófico. ¿Pero sabes una cosa? Cuando hay problemas, o cuando las cosas van demasiado bien... ¡es lo primero que se olvida!
En realidad hay mucho más detrás de la frase de lo que pudiera pensarse. Es fácil prometer tu lealtad a una persona cuando ambos están enamorados y el panorama, en general, se presenta de vivos colores. Pero después, cuando pasa el arrebato pasional de los primeros tiempos, y la relación se asienta para tomar un curso más cercano a la normalidad, el asunto puede cambiar por completo.
Y lo vemos todos los días, en mil parejas a nuestro alrededor. Parejas que se pelean cuando ambos están tensos, parejas que truenan porque no tienen para pagar la renta, o porque él no consigue trabajo, parejas que se deshacen en cuanto llegan los problemas; parejas que van construyendo una montaña de rencores que después se convierte en un volcán que estalla y acaba con la relación. En suma, amores que parecían sólidos, pero no lo eran. Y también, por supuesto, vemos parejas que mientras más sufren más se unen, y que no se afectan ni por un golpe de suerte, ni por un golpe del destino. Parejas que permanecen y siguen siendo felices a pesar de todo.
¿Cuál es el secreto?
Las pruebas de fuego.
Sí, de acuerdo. El secreto de la permanencia puede resumirse en una sola palabra: amor. Pero, el asunto es bastante más complicado de lo que parece a simple vista. Porque el amor, como ya sabemos, no es una emoción solitaria, sino un conjunto de emociones que depende, entre otras cosas, de muchísimas circunstancias.
Estas circunstancias son lo que podríamos llamar las pruebas de fuego a que absolutamente todas las parejas del mundo se ven sometidas más tarde o más temprano. Las pruebas de fuego más comunes serían...
* Una mala situación económica.
Ya lo dice un refrán que anda por ahí rodando en una canción: "Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por una ventana". Bien, es un refrán, no una regla. Todo está en la forma en que una pareja maneje esa circunstancia de pobreza. De hecho, es bastante común en estos tiempos pasar por malas rachas o instalarse en una situación permanente de difícil economía. Si el amor no es sólido, o si uno de los dos (o ambos) miembros de la pareja no saben manejar este tipo de dificultades, entonces vamos a tener problemas. Una pareja puede ser igual de feliz si sólo tiene un pedazo de pan en su mesa, que si tiene una charola de caviar. Es cosa de prioridades. La pareja debe ser, siempre, lo más importante de todo. Si ustedes dos están unidos, si ambos luchan contra la mala situación económica, si no se hacen reproches, y no dejan que los problemas incidan directamente en la relación, es muy probable que ese amor, que es sólido, hará que se unan en la tormenta y que salgan ilesos.
El problema se presenta cuando uno culpa al otro de esa mala situación, o cuando desquitan uno en el otro la frustración que les causan bodas las privaciones. Cuando piensan en términos de "yo" y no de "nosotros".
* Cuando uno de los dos cae muy enfermo.
El tener que cuidar a alguien que está delicado siempre es una prueba, tanto más estresante cuanto más quieres a esa persona. En este renglón de las enfermedades, estamos contando no sólo a las que te obligan a guardar cama por mucho tiempo o a internarte en un hospital, sino que también nos referimos al alcoholismo, a la drogadicción, a cualquier comportamiento obsesivo-compulsivo, como la anorexia, o el comer demasiado, o incluso el vicio del juego.
La regla aquí es, recordando eso de en las buenas y en las malas, es que el que cuida lo haga por su propia voluntad, por amor y no por obligación, y el que está enfermo no abuse del otro y que haga lo posible por superar su problema, si está en su mano el hacerlo.
* Cuando uno evoluciona y el otro no.
Por "evolución" queremos decir "progreso". Digamos que uno triunfa en su carrera dejando atrás al otro. O de pronto comienza a tener metas más altas. Hasta aquí, el único problema que existe es la disparidad de logros personales, cosa que se puede remediar fácilmente si el que se ha quedado atrás trata también de superarse por sí mismo(a) y no por competir con el otro, y si el que va adelante ayuda amorosamente al otro en su afán de progresar.
La prueba de fuego se presenta cuando el que está arriba comienza a perder la perspectiva y a sentirse superior. Cuando empieza a sentir, equivocadamente tal vez, que merece tener una mejor pareja. Cuando desprecia al otro, cuando se impacienta, cuando lo humilla y lo trata mal, cuando sólo se fija en sus defectos, que acrecienta, y no en sus cualidades, que disminuye. Y si el que se ha quedado abajo se siente resentido y celoso, entonces tenemos un problema doble.
La actitud sana aquí es que ninguno de los dos pierda la perspectiva de su realidad como pareja. Es decir: no todo en la vida es dinero, ni triunfos profesionales; de hecho, esto no sirve de nada si tu vida privada es un completo desastre. La realidad como pareja es que se aman, que han estado juntos y vivido muchas cosas, y que el hecho de que uno triunfe más que el otro no tiene por qué deshacer la relación. ¡Al contrario! ¿La regla de oro? ¡Compartirlo todo! El triunfo y el fracaso, las expectativas, los problemas, los sueños, los planes, las realidades de ambos.
* Una espléndida situación económica.
Conozco por los menos cuatro casos de parejas que se han distanciado hasta el divorcio cuando lograron hacer dinero. Una vez más, perdieron la perspectiva. Y la perspectiva es: tenemos mucho dinero en el banco, negocios, una bella casa, buenos coches; pero tú y yo seguimos siendo los mismos. ¿Difícil? Mucho. ¡Pero absolutamente necesario!
Cuántas parejas se alejan cuando la vida se les resuelve desde el punto de vista económico. Lo tienen todo para ser felices, pero en vez de divertirse y vivir verdaderamente esa tranquilidad que puede dar el dinero bien manejado, se pierden a sí mismos y cambian tanto que se vuelven dos extraños. Y fíjate, es mucho más probable, como son las cosas, que cuando la riqueza entra por la puerta... ¡el amor salga huyendo por una ventana!
La verdadera promesa.
Desde luego, existen muchas otras pruebas de fuego, sólo hemos mencionado las más frecuentes. Y hemos visto que algunas se dan dentro del contexto de "en las malas", y que otras aparecen en la categoría de "en las buenas".
Esto de "en las buenas y en las malas" es, más que una promesa de amor, una promesa de amistad. Cuando tú tienes una amiga, una amiga verdadera, estás a su lado siempre, tanto si le va bien, como si le va mal.
"Las buenas" y "las malas" es solamente una forma de decirlo, pero la verdadera promesa es: "estaré junto a ti, y te apoyaré siempre, lo necesites o no". ¿Ves cómo no se trata de una simple promesa, ni de una promesa simple?